lunes, 10 de abril de 2017

En tus manos...


“Padre; En tus manos encomiendo mi espíritu”

Hay veces que, en vez de anhelar estar en manos de Dios, parece que anhelamos que Dios esté en nuestras manos. Pero nuestro lugar correcto no es por encima de Dios (Nunca estaremos por encima de su poder, grandeza y autoridad) sino en manos de Dios.

Hechos 17:24
24El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida, y aliento y todas las cosas

Nosotros los cristianos, creemos que Dios nos hizo y no nosotros a nosotros mismos.
El racionalismo, cree que nosotros inventamos la idea de un Dios soberano.
La idolatría se basa en la idea de que podemos manipular el poder de algún dios a nuestra conveniencia.

Salmo 95:3-5
3Porque Jehová es Dios grande,
Y Rey grande sobre todos los dioses.
4Porque en su mano están las profundidades de la tierra,
Y las alturas de los montes son suyas.
5Suyo también el mar, pues él lo hizo;
Y sus manos formaron la tierra seca.

Encomendarnos en las manos de Dios es aceptar nuestra condición y reconocer su grandeza.
Ahora bien; Dios no tiene manos pues Dios es un espíritu INFINITO, él no tiene cuerpo.
Con todo, la Biblia no nos miente al usar expresiones como: las manos de Dios, los ojos de Dios, el brazo de Dios; sino que usa tales expresiones para representar la persona de nuestro Dios; así, los ojos de Dios representan su conocimiento pleno, su omnisciencia; el brazo de Dios representa su poder, su fuerza; y las manos de Dios pueden representar su control, su autoridad; su protección o su severidad. (A éste recurso literario se le llama “antropomorfismo”)

Isaías 40:12
12¿Quién midió las aguas con el hueco de su MANO y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

Isaías 48:12-13
12Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero. 13Mi MANO fundó también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente.

Salmo 119:73
Tus MANOS me hicieron y me formaron;
Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.

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Pensemos ahora, en la “sexta palabra” o la sexta expresión de Jesús en la Cruz:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”


Lucas 23:44
44Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 45Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. 46Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

Los niños se encomiendan en manos de sus papás.
Los enfermos se encomiendan en manos de sus cirujanos.
Tendemos a confiar y depender de manos más poderosas y hábiles que las nuestras…


Por un lado, estar en las manos de DIOS puede ser lo más terrible que podría pasarnos, y en otro sentido, la buena noticia del evangelio es que podemos estar seguros en las manos de Dios gracias a la obra de Cristo.

1) La mano de Dios es severa para castigar

Salmo 32:4
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.

Hebreos 10:31
¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!


2) La mano de DIOS bendice a su pueblo redimido.

Salmo 145:14
14Sostiene Jehová a todos los que caen,
Y levanta a todos los oprimidos.
15Los ojos de todos esperan en ti,
Y tú les das su comida a su tiempo.
16Abres tu mano,
Y colmas de bendición a todo ser viviente.
17Justo es Jehová en todos sus caminos,
Y misericordioso en todas sus obras.

La mano de DIOS sostiene aún en la máxima debilidad.
El hecho de que Jesús, al borde de la muerte, se encomiende en manos del Padre nos brinda la manera en que nosotros mismos nos enfrentamos al sepulcro – confiando en la gracia y soberanía de Dios y su poder para librarnos de la muerte misma.

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A fin de cuentas, todos estamos en manos de Dios.
Al final, todos acabaremos en sus manos.
La pregunta es: ¿lo vas a disfrutar o lo vas a lamentar?
La única manera de que estar en manos de Dios no sea para condenación sino para salvación es encomendarse a Dios entregándole TODO el control en arrepentimiento y confianza en Jesucristo.
Y eso de encomendarse a Dios no es algo que tengas que dejar para tu último instante de vida.

Haz lo mismo y no lo lamentarás.

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