Oraciones de confesión.
El quebranto de un pecador
¡Auméntanos la fe!
Padre nuestro, estamos ante tu presencia.
Te damos la gloria a ti, porque lo que parecía imposible fue hecho realidad; hay paz entre Tú y nosotros.
Te agradecemos el camino que abriste por medio de Cristo tu hijo; el mediador entre tu santidad y nuestra rebelión.
Te agradecemos las maravillas de tu gracia y tu perdón. Tus obras son incomparables; No hay nadie más como Tú Señor Fiel y Misericordioso.
Hoy confesamos que nuestra maldad sigue siendo un problema en nuestras vidas.
Perdónanos por ser hombres y mujeres de Poca fe. Ayúdanos a confiar solamente en ti; a ponerte en el centro de nuestra vida.
Auméntanos la fe; para depender únicamente de tu gracia y de tu amor .
Enséñanos a deleitarnos en ti y no en el pecado.
Permítenos recordar cada día que Dependemos de tu gracia; ayúdanos a mantener siempre grabado en nuestros corazones el Evangelio de la Fe,
Y capacítanos para poner la Fe en acción.
Perdona nuestras culpas; te rogamos misericordia y te agradecemos por el sacrificio de Jesucristo tu hijo; que quita el pecado de nosotros.
En tu nombre oramos, y nos acercamos a ti por medio de tu hijo Jesucristo, el autor y consumador de nuestra Fe. Amén
¡Tú eres nuestra Esperanza!
Padre nuestro; tú eres el Salvador de los pobres y de los oprimidos; tu nos rescatas del poder del pecado. Solamente Tú eres la esperanza de los débiles. A ti clamamos y ante tu presencia rogamos misericordia. Borra nuestra rebelión y no te acuerdes más de nuestra traición. Perdónanos por buscar deleite fuera de ti; y por basar nuestra esperanza en cosas vanas.
Nuestro pecado nos declara culpables, pero la sangre de tu hijo Jesucristo nos limpia, y por tu gracia somos salvos de tu santa ira. Te alabamos por tu misericordia y tu perdón. Transforma nuestras vidas, moldea nuestro ser, haznos imágenes vivas de tu hijo Jesucristo. Ya no quedan en el mundo muchos hombres rectos y fieles a ti.
Por Cristo Jesús. Amén.
¡Tú eres Santo!
Dios altísimo; en ésta hora te alabamos y te damos la gloria. Y reconocemos que tú eres Santo. Que tu Santidad es insultada por nuestra maldad. Queremos ser un reflejo de tu amor; pero nuestra pecaminosidad sigue siendo un estorbo.
Te damos gracias; aún esperamos el día en que podamos reflejar tu gloria sin la presencia del pecado en nuestra vida.
Te damos gracias por tu ternura, tú eres un Padre compasivo; gracias por ser paciente con tu pueblo, tú eres grande en amor y verdad. De generación a generación tu pueblo ha sido testigo de tu fidelidad a pesar de nuestra rebeldía y maldad. Perdónanos una vez más Señor.
Mira a tu pueblo con amor y concédenos paz.
Por tu amor Padre eterno, ten compasión de nosotros. Por tu gran ternura borra nuestras culpas. Lávanos de nuestra impiedad, limpia nuestro pecado.
Eres justo al castigar, no tenemos excusas para salir librados. Pero tenemos el anhelo de darte la gloria; anhelamos dejar lo malo y alabarte a ti.
Purifícanos, lávanos; llénanos de u gozo y de tu alegría. Aleja tu vista de nuestros pecados y borra nuestras maldades. Porque tú eres quien nos salva, nos transforma y nos guarda. Sálvanos cada día de la tentación, transforma nuestras vidas y guárdanos en tu amor. Y a ti sea la gloria por todos los siglos. Amén.
Hoy confesamos
Hoy confesamos Padre Santo que creyéndonos sabios en nuestra propia opinión te hemos ofendido y hemos sido rebeldes a tu llamado a ser santos.
¡Santifícanos para ti!
Padre nuestro que estas en los cielos.
Santifícanos para ti.
Confesamos que hemos violado tu pacto.
Nuestra rebeldía nos acusa delante de ti.
Por Jesucristo el Alfa y la Omega. Amén.
Oh Padre Santísimo; hasta donde somos capaces nos humillamos ante tu mano poderosa y tu trono de justicia.
A ti sea la gloria y el poder; por Cristo Jesús. Amén
¡Perdona a tu pueblo!
Padre nuestro gracias por tu celo divino; gracias por perseverar en nuestra santificación. Nos deleita tu pasión por tu gloria; tu amor por tu santidad.
Celebramos tu deseo de mostrar tu majestad sirviendo en vez de siendo servido por nosotros. No tenemos nada que ofrecerte; solamente nuestra debilidad y miseria para que en ellas muestres tu poder y grandeza.
Nos alegra exaltar tu amor y tu misericordia a través de echar nuestras cargas sobre ti.
Aquí estamos confesando nuestra incapacidad para agradarte. Necesitamos de tu obra transformadora en nosotros para reflejar tu gloria; límpianos de nuestra inmundicia, purifica nuestro ser, perdona cada palabra ociosa, cada pensamiento irreverente, cada acción pecaminosa y cada actitud carnal.
Perdónanos por rebelarnos ante tu voluntad, por resistirnos a ser moldeados; por huir de las pruebas que empleas para santificarnos.
Vence nuestra indiferencia, quiebra nuestra rebeldía, rompe nuestro orgullo y quebranta nuestro ser. Reargúyenos, produce en nosotros tristeza a causa del pecado y hambre de tu santidad.
Perdona a tu pueblo; queremos confiar y depender de ti reflejando tu carácter en nuestra vida. Oh señor ayúdanos a ser como niños; a necesitarte cada día más
Por Cristo Jesús, el alfarero de nuestra vida. Amén.
¡Satisfácenos en ti!
Majestuoso Dios, solamente en ti encontramos la satisfacción de nuestros anhelos más profundos. Pero en nuestra rebeldía preferimos deleites menores en vez de buscar significado y satisfacción solamente en ti. Perdónanos por hacer de tus bendiciones un sustituto de ti.
En tu nombre oramos y a ti sea la gloria. Por Cristo Jesús. Amén.
Padre nuestro que estas en los cielos.
Santifícanos para ti en tu benevolencia.
Confesamos que hemos violado tu ley de amor y justicia; y hemos amado más las tinieblas que la luz de tu ternura.
Nuestra rebeldía nos acusa delante de ti; no hay nada que podamos hacer para esconder nuestras faltas; tu lo sabes todo y conoces nuestra maldad
Señor de amor, ten piedad de nosotros.
Te damos gracias por tu ternura, tú eres un Padre compasivo; gracias por ser paciente con tu pueblo, tú eres grande en amor y verdad. De generación a generación tu pueblo ha sido testigo de tu fidelidad a pesar de nuestra rebeldía y maldad. Perdónanos una vez más Señor.
Por tu amor Padre eterno, ten compasión de nosotros.
Por tu gran ternura borra nuestras culpas.
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