La sumisión Bíblica no es una sumisión de igual a igual. Así es como se malinterpreta el “someterse unos a otros” (Efesios 5:21).
Pero la forma en que Cristo se somete a la Iglesia y ésta se somete a Cristo no son iguales.La Iglesia se somete a Cristo en la disposición de aceptar el liderazgo de él.Cristo se somete a la Iglesia en la disposición de ejercer su liderazgo en amor y servicio.
Así como Cristo, el esposo cristiano no pierde su lugar y responsabilidad como cabeza por más sencillo, humilde, servicial y tierno que pueda ser.El marido está llamado a dirigir a su esposa y familia en las cosas del Espíritu; oración, estudio bíblico, adoración, visión, significado, misión, principios morales y disciplina.
El liderazgo del marido no significa infalibilidad ni que no necesite corrección.Tampoco la intención de la esposa de involucrarse en determinar la dirección de la familia implica insubordinación.No necesariamente el liderazgo conlleva la inteligencia y la sumisión la necedad.
La esposa puede ser superior en algunas cosas y el esposo en otras; y el patrón bíblico de autoridad y sumisión se puede obedecer a pesar de todo.La caída torció la autoridad amorosa del hombre en machismo o pereza y la sumisión piadosa de la mujer en servilismo o insubordinación.
Cuando el marido imita a Cristo y la esposa a la Iglesia en obediencia a Jesucristo y con la esperanza en sus promesas, los efectos pecaminosos y dañinos de la caída se comienzan a revertir.La redención prometida en Cristo no desbarata el modelo de autoridad-sumisión sino que lo recupera.
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