miércoles, 4 de julio de 2007

Discurso de Graduación - Junio 2007

Discurso de Graduación / Seminario San Pablo.
A/c de Samuel Hernández Clemente. 29 Junio 2007

Pastores, Maestros, compañeros y hermanos; que el Señor les bendiga.

Hay una gran diferencia entre las ceremonias que celebrarán las universidades y colegios durante ésta temporada, y la que celebramos hoy en éste templo dedicado al Señor nuestro Dios.

Las universidades y colegios generalmente inculcan en sus alumnos principios basados en la autonomía humana, la superación personal y las ambiciones terrenales.

Nosotros en cambio, hemos convivido y aprendido durante estos años a la sombra del lema de nuestro seminario: SIERVOS POR AMOR DEL SEÑOR.
Si somos siervos del Señor, debemos estar concientes de que el grado que hoy se nos otorga no es un motivo de enaltecimiento sino un llamado al servicio humilde y sacrificial en nombre de Jesús.

Estamos convencidos de que no somos más que siervos inútiles, escogidos de entre lo débil y menospreciado del mundo para que la gloria sea del Señor y no de nosotros. Y eso nos alegra, porque la gloria del Señor es reflejada y exaltada en la debilidad y fragilidad de sus hijos

Hoy estamos aquí celebrando la providencia y la fidelidad de nuestro gran Pastor.
Hoy decimos con alegría: hasta aquí nos ayudó el Señor.
Hoy reconocemos que estamos aquí no por nuestros méritos, no por nuestras capacidades, no por nuestras fuerzas y logros personales; sino por la gracia del Señor que nos ha fortalecido y mantenido durante éstos años de formación académica en el Seminario San Pablo.
Hoy estamos aquí con nuestras esperanzas reposando en el Señor Jesucristo y su Reino.
No venimos aquí por la paga, ni por la popularidad que pueda traer el ministerio; no hemos venido persiguiendo fama o posición de honor.
Hemos respondido al llamado de nuestro Padre a servirle y nuestro anhelo más ferviente es un día poderle ver cara a cara y escuchar que nos diga; bien hecho buen siervo fiel.

Hemos venido aquí porque queremos ser instrumentos de cambio en las manos del Señor; instrumentos de cambio para una sociedad que se hunde en la corrupción, el pecado y el vicio. Anhelamos ser instrumentos de cambio para las familias que no encuentran su propósito e identidad pues están ahogadas en el divorcio, la infidelidad, la rebeldía y el egoísmo.
Deseamos ser instrumentos de cambio para una niñez y una juventud que batalla con las drogas, la pornografía, el crimen, la anorexia y la prostitución.
Queremos ser instrumentos de cambio para una sociedad que perece en sus pecados.
Y queremos ser instrumentos de cambio para una iglesia reformada que anhela reformarse hasta que llegue el día de presentarse ante su Señor limpia, sin mancha ni nada de que avergonzarse.

Hemos venido aquí porque queremos consolar a nuestro prójimo con el mismo consuelo que hemos recibido en Jesucristo.

Por eso; ésta ceremonia no es ostentosa ni llena de lujos. Por eso ésta ceremonia no esta centrada en nuestros logros.
Hoy la gloria no se centra en los graduandos sino en aquel que ha llamado, enseñado y entrenado a los que hoy se gradúan.

Y nuestra oración y ruego es que nuestro Padre nos perfeccione, afirme, fortalezca y establezca cada día de nuestra existencia.

¿Qué han hecho estos 4 años de preparación en nuestra vida?
Hemos aprendido que somos más débiles de lo que imaginábamos.
Hemos descubierto que sabemos mucho menos de lo que pensábamos.
Hemos percibido que nuestro pecado es más grave de lo que estábamos dispuestos a aceptar.
Hemos aprendido que dependemos únicamente de la gracia y misericordia de Jesucristo.
Hemos sido sorprendidos por la grandeza y majestad de nuestro Dios; a quien servimos y rendimos gloria sin haberle visto aún.

Por eso damos gracias:
Damos gracias al todopoderoso que vive y reina para siempre.
Damos gracias a nuestro Señor por nuestras familias.
Agradecemos por nuestros padres, por nuestros hermanos y por nuestros familiares.
Agradecemos por nuestros amigos, por el abrazo que nunca hizo falta, por el consuelo oportuno, por el apoyo en oración y por el apoyo material.
Agradecemos al Señor por nuestros maestros y pastores; por su sabiduría y su humildad. Por enseñarnos con sus habilidades y sus limitaciones.
Agradecemos al Señor por el Seminario San Pablo y rogamos que derrame su bendición y auxilio en medio de los muchos desafíos a los que se enfrenta.
Hoy decimos GRACIAS SEÑOR,
Te suplicamos que sigas completando tu obra en nosotros.
Queremos ser siervos por amor a ti.

Nos despedimos con tristeza; pero también con esperanza, una esperanza que no muere sino que cada vez es más fuerte; es la esperanza de un día encontrarnos de nuevo y todos juntos inclinarnos ante nuestro Padre rindiéndole la gloria y el honor debido a su nombre.

Hasta entonces; sigamos peleando la batalla de la fe. Confrontando con la verdad del evangelio, consolando con el testimonio de Jesucristo. Guiando a la iglesia del Señor y sirviendo con alegría a nuestros hermanos y hermanas.

Hasta entonces, sigamos deleitándonos cada día en el gozo que solo Cristo puede dar; evitemos dañar a la Iglesia de Cristo; edifiquemos, prediquemos y sirvamos en amor.

Hasta entonces, sigamos llevando toda carga y toda angustia a los pies de Cristo, quien nos ha sostenido éstos años, quien nos ha provisto de lo necesario, quien nos ha llamado a servirle despojándonos de nosotros mismos; quien se despojó a sí mismo por amor a nosotros y nos manda seguir su ejemplo.

Hasta entonces sigamos dependiendo de nuestro buen pastor; quien ha sido fiel cada día, quien no nos desampara, quien nos fortalece, confronta y anima a seguir adelante. Quien nos acompaña aunque andemos por valles de sombra de muerte. Quien nos promete volver por nosotros.

Recordemos que el día de hoy nos graduamos no para ser servidos, sino para servir; para servir al Señor y a su Iglesia.
A él Sea la Gloria en su reino, en el Seminario San Pablo, en la predicación de su evangelio y en la vida de sus siervos.

1 comentario:

halfonso dijo...

¡Que hermoso discurso, es el bien hacer de casi todos los que por la gracia de Dios hemos participado en la edificación del evangelio de Cristo con responsabilidad y apego a las directrices Bíblicas y Espirituales consignadas primero por los profetas y luego por el Hijo Jesucristo, Nuestro Dios y Señor. Hebreos 1:1 Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, ... Dios habla por el Hijo su palabra final al hombre ...
Felicitaciones y gracias por compartir tan bello material.