domingo, 27 de enero de 2019

La naturaleza es admirable porque su amo es maravilloso



Hay muchas personas que se identifican como creyentes, y a pesar de eso, consideran las cosas que ocurren en sus vidas como si solo fueran eventos naturales. Piensan que los asuntos de este mundo y de los hijos de Dios no son gobernados por la providencia, sino por causas naturales. ¡Esto significa vivir como si Dios no existiera! Los que piensen de esta manera deben considerar:

¿Cómo es entonces que en tantas ocasiones, el pueblo de Dios ha sido rescatado del peligro y del mal, por un poder superior al poder de la naturaleza, y aun frecuentemente en una forma contraria al curso normal de la naturaleza?
El agua inunda y ahoga a todo lo que pueda, pero el mar rojo fue dividido y un muro de agua se formó a cada lado para que el pueblo de Israel pasara sano y salvo por en medio. El fuego quema hasta lo máximo de su poder, pero cuando Nabucodonosor, el Rey de Babilonia, echó a los tres judíos piadosos al horno de fuego, la intensa llama no tuvo poder para dañar ni siquiera un cabello de sus cabezas, pero al mismo tiempo mató a quienes les habían echado al fuego. Es natural que las bestias salvajes y hambrientas maten y coman a los hombres, pero aquellas que se encontraban en el foso donde Daniel fue puesto, pasaron toda la noche sin dañarle.

------John Flavel / “El misterio de la providencia”

Si bien, podemos descubrir orden y grandeza en la naturaleza, debemos asombrarnos al considerar que sosteniendo esas leyes, manteniendo esa constancia y vigilando esos patrones de orden y belleza presentes en la naturaleza, se encuentra la providencia de Dios. No, él no se ha ido; gobierna cada día sobre su creación.

Volvió el mar en seco; Por el río pasaron a pie; Allí en él nos alegramos. Él SEÑOREA con su poder para SIEMPRE; Sus ojos atalayan sobre las naciones; Los rebeldes no serán enaltecidos.
 (Salmo 66:6-7)

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