jueves, 16 de marzo de 2017

Padre, ¡Perdónalos!


Jesús Pagó nuestro perdón.
“Padre, Perdónalos porque no saben lo que hacen”

Aquel sería un día común y corriente en Jerusalén.
Pero éste día será recordado durante todo el resto de la historia humana.
Este día marcará la historia; este día cambia la historia.

Hace unos días, Jesús, un Nazareno nacido en Belén de Judea, hijo de un carpintero llamado José y una campesina llamada María, entraba sentado en un burrito a la ciudad. La gente gritaba ¡Hosanna! (quiere decir ¡Salva! Que era en su tiempo una especie de porra jubilosa entre los judíos). Le llamaban el enviando de Dios, le llamaban Rey, le tendían sus mantos y palmas al caminar.

Pero las cosas cambiaron en pocos días. Hoy, es día de ejecuciones en Jerusalén.
Desde temprano, el pueblo incitado por sus líderes religiosos, se ha presentado ante Poncio Pilato; acusando a Jesús de promover revueltas y escándalos. La verdad es que todo se trató de una gran injusticia.

A Jesús lo juzgaron los del templo porque supuestamente decía blasfemias (enseñanzas en contra de la ley de Dios). Los del templo no quisieron creerle, antes prefirieron escuchar a falsos testigos y acusarlo.
Le llevaron ante Herodes, un gobernador que de piadoso no tenía nada. En vez de juzgar a Jesús le pidió un espectáculo de magia para entretenerse y como Jesús no cedió a sus burlas, lo envió de vuelta.
Pero como no son los judíos quienes crucifican a los condenados, sino el gobierno romano, entonces acusaron a Jesús ante los romanos de rebeldía contra el Emperador.

Ni lo uno ni lo otro era cierto.
Jesús nunca dijo blasfemia alguna; sus palabras siempre fueron verdad. No quebrantó la ley sino que la cumplió. Y Jesús no promovió revoluciones en contra de Roma, sino en contra del pecado.
Pero el pueblo no quiso escucharlo. Incluso Poncio Pilato no encontró en Jesús delito alguno, pero para no meterse en problemas con el pueblo, se lavó las manos.

Así que, de la noche a la mañana, Jesús ha sido víctima de injusticia y corrupción. Y este mismo día se ha de cumplir su sentencia a muerte.
No fusilado, no ahorcado, no en la silla eléctrica, no por inyección letal; esas formas de muerte parecen benevolentes comparadas con la muerte que le tocó a Jesús: muerte en la cruz. Sus manos y pies serán traspasados por clavos, se le sujetará con ellos a una cruz de madera que él mismo debe cargar hasta el lugar destinado a la crucifixión. Se le tendrá ahí el tiempo necesario hasta que muera.
Los líderes judíos están desesperados porque en unas horas comienza la máxima celebración judía: la pascua. Y como se creen muy dignos y celosos de la ley quieren deshacerse de éste problema para poder practicar la santidad sin preocupaciones… pobres, no saben que su religión está a punto de cambiar definitivamente por la muerte de su mismo autor.

Y en medio de todo esto ¿Qué dice el acusado?
¿Se defiende? ¿Acepta su culpabilidad? ¿Pide misericordia? ¿Amenaza a sus captores?
NADA de eso; el acusado calla.
Como un cordero llevado al matadero no abre su boca más que para decir algunas cosas que no tendrán sentido hasta después de su muerte.

Pero ahora que ha llegado al lugar indicado.
Con las manos y los pies paralizados.
Con una corona de espinas en su cabeza.
Con la saliva de sus burladores en el rostro.
El sudor y la sangre mezclándose por toda su piel.
Jesús abre su boca y exclama una de sus últimas expresiones antes de morir.
Lucas 23 nos narra lo que sucedía en esas horas.

Lucas 23:26-34
26Cuando lo llevaban, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevara tras Jesús.
27Lo seguía una gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. 28Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo:
—Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos, 29porque vendrán días en que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no concibieron y los pechos que no criaron”. 30Entonces comenzarán a decir a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a los collados: “Cubridnos”, 31porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
32Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser ejecutados. 33Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34Jesús decía: —Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
Jesús decía: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Es la primera de las 7 expresiones de Jesús en la cruz.

¿Qué quería decir Jesús?
¿Quiere decir que todos hemos sido perdonados por Jesús?
¿Quiere decir que desde esa tarde todos tenemos perdón sin importar nuestro pasado o presente?
No precisamente.

Quiere decir que Jesús estaba dejando el asunto en manos de su Padre.

1 Pedro 2:21-22
21Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente

Quiere decir que hay misericordia para quienes se dirigen al Padre pidiendo perdón.
Algunos piensan que Jesús estaba concediendo el perdón a TODOS los seres humanos, y que desde entonces no hay condenación para nadie sino perdón y gloria celestial.
Pero no es ese el significado de sus palabras.

Lo sabemos porque Jesús mismo declara al final de la Biblia que hay castigo y recompensa.

Apocalipsis 22:12-15
12He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. 13Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
14Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

De manera que Jesús dijo: Padre perdónalos.
Y también Jesús dice: unos serán bienaventurados y otros serán castigados.

Así que Jesús no está pidiendo perdón por TODOS los pecados de TODOS los seres humanos en TODAS épocas.
Jesús está diciendo: Padre, a ÉSTOS que me están crucificando, acusando y burlando, en ÉSTE lugar en ÉSTOS momentos, no les tomes en cuenta ÉSTE pecado.

Es un ruego de misericordia. Ellos piensan que quien debe pedir misericordia es Jesús.
Pero Jesús pide misericordia por ellos.
Sin embargo, NO TODOS ellos serán recibidos por el padre en el cielo.
Ocurrirán milagros: uno de los ladrones será rescatado, un soldado conocerá la verdad… Pero la gran mayoría se irá a casa para seguir viviendo de la misma manera hasta que mueran… ¿Y después?

Después reencarnamos, o nos quedamos en la tumba, o vamos al cielo, o nos convertimos en ángeles… cada quien decide lo que sucederá con su vida ¿NO?

¡NO! Claro que NO.
Después de vivir, cada uno será llamado a cuentas.
La Biblia está llena de ésta advertencia.

Juan 5:28
28No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

Apocalipsis 20:15
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

De manera que, tenemos un gran problema.
Dentro de unos cuantos años, algunos más que otros, estando nuestro cuerpo en el sepulcro escucharemos una voz llamando a cada uno. Y para nuestro asombro, resucitaremos.
¡Y sorpresa! Tendremos que rendir cuentas ante el Creador y Sustentador de Todas las cosas.

¿Qué haremos? ¿Podemos huir?
¿Nos podemos esconder?
¿Podríamos cambiar de nombre e identidad?
¿Podríamos negarnos a salir de la tumba?

Nada de eso servirá; quieras o no, nos presentaremos ante Dios.
Y no podremos echarles la culpa a nuestros padres, a los maestros, a la Iglesia, al gobierno, a nuestro patrón, ni a nadie… Cargaremos con la responsabilidad de cada acción, palabra y pensamiento.

Eso me hace preocuparme…
Sin embargo, es en las palabras de Jesús donde encontramos la solución a ésta grave situación.
“Padre perdónalos porque no saben lo que hacen…”
Es la expresión dónde se halla la gravedad de nuestra condición y la solución a nuestra desesperación.

TODOS SEREMOS LLAMADOS A CUENTAS, SUPLIQUEMOS MISERICORDIA.
En las palabras de Jesús encontramos al menos 3 actitudes necesarias para alcanzar misericordia de parte de Dios.

1)   Temamos al Juez
La frase de Jesús comienza con “PADRE”
¿Quién es el Padre? El padre es el juez.

Bueno sería que el juez fuera uno de entre nosotros; o alguien a quien podamos convencer de nuestra inocencia.
O alguien a quien se pudiese complacer por medio de un donativo o presente.
Pero éste juez es incorruptible. No se equivoca, no comete injusticias, le da a cada quien lo que se merece.

Por encima de nuestros gobiernos, de nuestras autoridades, de todos los reyes y presidentes de la tierra hay un juez. Podemos huir de la justicia humana, escondernos de la policía, evadir el servicio militar, huir de los supervisores en el trabajo, escondernos de los maestros o prefectos en la escuela…
Pero hay un juez que ejerce su autoridad sobre todas las cosas y nos llamará a cuentas.

Hoy, a nuestros jueces humanos se les puede sancionar; si se demuestra que han actuado injustamente, si se les sorprende en algo ilegal, si se le encuentra incompetente.
Pero éste Juez, el Padre Celestial nunca ha cometido una injusticia, no rompe las leyes porque él mismo las creó, no es incompetente. Es el JUEZ JUSTO.

¿Cómo deberíamos vivir sabiendo que éste juez nos espera al final de los tiempos para exigirnos cuentas? Con temor.

Deberíamos vivir con temor Santo, Miedo santo.
Algo que hoy está ausente en muchos.
Muchos viven sin tomar en cuenta a Dios.
Incluso se burlan de Dios.
Nosotros estamos llamados a tener temor y reverencia ante Dios, nuestro juez.
Deberías temer por tu vida: porque le rendirás cuentas al Juez celestial.
Deberías temer por la vida de tus hijos porque le rendirán cuentas al Juez celestial.
Deberías temer por tu familia; porque todos seremos juzgados un día.

“Padre, Perdónalos porque no saben lo que hacen”

Cuando Jesús declara éstas palabras, nos muestra la manera en que deberíamos actuar.
Él lo deja en manos de Dios, deja que sea Dios quien juzgue. Nosotros deberíamos hacer eso.

Debemos dejar que sea Dios quien nos juzgue.
Muchas veces dejamos que sea la opinión de otros la que nos juzgue.
La opinión de papá o mamá.
La opinión de los compañeros de trabajo.
Anhelamos quedar bien con el patrón, con la familia, con los amigos…
Pero la opinión que debería preocuparnos es la opinión de nuestro juez.

Proverbios 3:5
5Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. 6Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. 7No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;

Debemos dejar que sea Dios quien juzgue a los demás.

Romanos 12:19
19No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Éste pasaje lo malinterpretamos mal muchas veces.
No nos fue dado para gozarnos en que nuestro enemigo será castigado por Dios.
Ciertamente Dios castigará a quienes nos traten mal y nos hagan daño.
Pero aun así, nosotros no deberíamos alegrarnos, sino orar por ellos y tratarles bien.
El versículo inmediato lo deja claro:

Romanos 12:20
20Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Se trata de dejar las cosas en manos del juez, y mientras tenemos tiempo temer al Juez y animar a los demás a temerle también.



2) Busquemos al abogado
Padre, Perdónalos…
Jesús se dirige al juez pidiendo perdón.
Está actuando como un abogado. Pide perdón a nombre de los culpables.

Ante una situación tan desesperada como la que nos encontramos frente al juez, existe la posibilidad de tener un abogado.

Y no se trata de buscar un abogado corrupto que haga que lo torcido parezca derecho.
No encontraremos un abogado así para hacerle frente al juicio eterno.
Necesitamos un abogado igual de justo que el juez. Necesitamos un abogado perfecto, que no sólo sepa la ley, sino que la viva.

La buena noticia de ésta tarde es que Jesús está dispuesto a ser nuestro abogado.
Jesús está dispuesto a defendernos.

Ahora bien, aquí no se trata de ver si somos culpables o inocentes.
Somos culpables; de eso no hay duda.
Jesús no va a abogar por nosotros tratando de hacernos quedar como inocentes…
Él sabe que somos culpables.
Jesús va a abogar por los culpables, sabiendo que son culpables.
La pregunta es ¿Hay alguna manera de que éstos culpables sean perdonados?
Y la respuesta del Juez es SÍ:

Hebreos 9:22b
…sin derramamiento de sangre no se hace remisión

Sí abogado, dice el Juez, hay una manera de que los culpables sean absueltos.
Si en algún lugar se encuentra a una persona completamente justa, que no haya quebrantado ni uno sólo de los mandamientos, que esté dispuesto a morir y a experimentar en su muerte el castigo eterno (es decir el infierno) y además que acepte que su justicia sea transferida a los culpables y aceptara ser tratado como pecador. Entonces yo, dice el juez, aceptaría la muerte de esa persona como el pago suficiente de la condena que merecen los culpables…

Entonces el abogado dice al juez:
Señor Juez, Padre Mío, sólo YO soy capaz de hacer tal cosa…
Nadie más es libre de pecado, nadie más ha cumplido ni cumplirá tu ley.
Por amor a ellos, y por a mor a tu ley… entrego mi vida; que me maten a mí; descarga tu ira sobre mí.  Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen
Yo sé que tengo poder y tú me cuidarás, no dejarás mi alma en el sepulcro; Padre, me resucitarás luego de tres días…

El Juez pregunta: ¿Esta dispuesto a hacer tal cosa señor Abogado? ¿Entiendes que será un tormento indescriptible Hijo Mío?
- Estoy dispuesto Señor Juez. Comprendo, Padre mío que será un tormento y dolor intensamente cruel y espantoso.Pero por amor a los elegidos, lo haré.

2 Corintios 5:21
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Gálatas 3:13
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)

1 Pedro 3:18
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

Isaías 53:5
5Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Jesús es nuestro Abogado celestial

1 Juan 2:1
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

1 Timoteo 2:5
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre

De manera que antes que llegue la hora de tu juicio, busca al abogado celestial.
Busca a Jesús.
No le digas que eres inocente, él sabe que eres culpable. No le pidas que te haga parecer inocente; a eso no se dedica.
Pídele que abogue por ti; pídele que su muerte sea transferida a tu cuenta y tus pecados sean transferidos a su cruz.
Y pídele que transforme tu vida entera.
Mientras tienes tiempo busca al Abogado.

¿Dónde está su oficina?  ¿Cuál es su horario? En todas partes, de lunes a domingo, las 24 hrs. 365 días del año, hasta que llegue el juicio y mientras tengas vida.
¿Cuánto cobra? Nada y Todo.
Nada en términos materiales y todo en términos de entrega y amor. Si se hace la transacción, tú le perteneces; tu vida es su vida, tu tiempo es su tiempo tu atención es para él, tu admiración es para él, tu familia es para él… parece mucho, pero “no es tonto el que renuncia a lo que no es eterno para tener aquello que nadie le podrá quitar”

PADRE PERDÓNALOS…
Temamos al juez. Busquemos al abogado.
¿Cómo recibimos la misericordia que necesitamos?

3) Solicitemos el perdón
Lo que se demanda es que lleguemos con sinceridad y pidamos perdón:

a.    Debemos arrepentirnos
Debemos aceptar que somos culpables.
Debemos declararnos culpables y necesitados de ayuda.
Debemos renunciar a toda pretensión de inocencia, o a toda excusa.
Debemos confesar: Todo es culpa mía.

1 Juan 1:8
8Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.


b.    Debemos confiar
Es necesario que entendamos que Jesús no es una posibilidad, sino la ÚNICA posibilidad de salvación y perdón.
Debemos confiar sólo en Jesús.
Entender que no hay otra manera de agradar al Padre que imitando a Jesús.
Debemos despojarnos de la pasada manera de vivir y caminar en La gracia santificadora de Cristo.
Debemos estar cada día conscientes de que todo fue gracias a Jesús, nos escogió siendo culpables, no había en nosotros mérito alguno, nada que tuviéramos le podía servir, nos eligió por AMOR solamente.

Juan 14:6
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

¿Qué promete Jesús para quienes se arrepienten y confían en él?
Perdón y vida eterna junto a él.

Romanos 8:34
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

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¿Qué sucedió en aquella cruz?
El abogado pedía perdón al Juez a nombre de los elegidos.
Las palabras: “Padre, perdónalos” no libran automáticamente a todo el mundo de su culpabilidad.
Son palabras de amor pero también de advertencia:
La advertencia es: no importa cuanto lo evadas, o cuanto te escondas, algún día seremos juzgados.
Teme al juez, Busca al abogado, busca a Jesús.
Pide perdón, arrepiéntete y confía sólo en él.
Y deja que su perfecta justicia sea la defensa de Jesús a tu favor frente al Juez.

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