El obrar de Dios en todos los aspectos
de nuestras vidas, tanto en los asuntos pequeños como grandes, lo llamamos “La
Providencia”.
Cuando David estaba en peligro de ser
muerto por el rey Saúl, según nos cuenta 1 Samuel 24:1-2, él determinó “Voy a clamar
al Dios altísimo, al Dios que en todo me ayuda” {Salmo 57:2} – y Dios respondió
la petición de David rescatándolo del peligro. Dios siempre contesta las
oraciones de sus hijos.
La experiencia previa de David, de haber
recibido tantas veces en el pasado la ayuda de Dios, le dio esperanza y
fortaleza para clamar a Dios en su necesidad. Así mismo, los creyentes hoy en
día, deberían pensar acerca de cómo Dios ha obrado a su favor en el pasado, de
este modo su fe y su esperanza serán fortalecidas.
Pero el pueblo de Dios no puede entender
absolutamente todo lo que le sucede en su camino hacia el cielo. Será hasta que
arribemos a la gloria, que veremos no sólo la belleza del destino al que habremos
llegado, sino también la belleza del camino por el cual fuimos traídos. Es como
cuando observamos las diferentes partes de un reloj. Primero vemos las partes
por separado y después vemos el reloj completo, con todas sus partes trabajando
conjuntamente. Cuán hermoso será cuando veamos de una sola mirada, el plan
entero de la providencia y la razón correcta de cada acto divino. Aunque
nuestra vista actual es muy pobre en comparación con la visión que tendremos
desde el cielo, no obstante hay muchas dulces maravillas en ella; por lo que
podemos disfrutar, gracias a la providencia de Dios, desde ahora y cada día de
“un poco del cielo”.
------John
Flavel / “El misterio de la providencia”
Que no termine este día sin agradecer el
mayor número de bendiciones que has recibido, contarlas será un gran antídoto
contra la incredulidad, el afán y la ansiedad.
Tú eres el Dios que hace maravillas; Hiciste notorio en
los pueblos tu poder. (Salmo
77:14)
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