DECLARACIÓN
SEÑOR DE LOS MUNDOS
Nosotros, el Respetable Sínodo de la Península de Yucatán de la
INP de México, con apego a la Biblia y el anhelo de servir a Jesucristo, el Rey
de reyes en el cuidado de la iglesia y la predicación del evangelio, creemos y
confesamos las siguientes verdades:
EL REINO DE DIOS
Creemos y confesamos que el
reino de Dios es el gobierno soberano, redentivo y bendito de Dios
inaugurado con la obra de Jesucristo, que hasta ahora sigue extendiéndose por
medio de la Iglesia y la proclamación del evangelio en el poder del Espíritu
Santo hasta el día en que el número de los elegidos sea reunido ante el trono
del Señor. Y hasta la venida de Cristo, el Reino de Dios es evidente en el mundo por la verdad, la
justicia, la pureza y la bondad que practica, promueve y defiende la Iglesia,
que está llamada a ser luz y sal del mundo.
Salmo 22:27-28, Daniel 4:3,35
- Marcos 1:14-15, Tito 2:11-13, Apocalipsis 11:15-17
EL MUNDO
Creemos y confesamos que el
mundo es el escenario en el cual Dios ha decidido desplegar las riquezas de
su gracia para con los elegidos. Consideramos al mundo como el sistema de vida
con motivos y pensamientos corrompidos, antagónico a la verdad del evangelio, y
con todo, en proceso de ser redimido y transformado por la verdad, el poder y la gracia de Jesucristo quien es
Señor de cielo y tierra y se ha propuesto hacer nuevas todas las cosas. De
manera que la iglesia no debe amoldarse al mundo, pero sí alumbrar al mundo, no
esconderse del mundo pero sí distinguirse del mundo; pues es en este mundo
donde el Reino de Dios debe ser proclamado y extendido.
Mateo 5:13-16, Juan 15:18-19, Juan 17:9-21, Juan 18:36-37, Romanos 12:2
LA CULTURA
Creemos y confesamos que la cultura
es lo que resulta de la interacción de gente creada a la imagen de Dios con el
mundo que Dios creó. Que siempre que esta interacción involucre a hombres y
mujeres no redimidos, producirá engaño, destrucción y caos. Pero cuando los
redimidos de Jesucristo como embajadores del Reino de Dios ejercen la cultura,
se producirán destellos de verdad, justicia y belleza para alabanza de la
Gloria de Dios y como anticipo de la redención gloriosa que imperará en los
cielos nuevos y tierra nueva.
Deuteronomio 4:5-8, Lucas 3:12-15, Efesios 6:5-9, Filipenses 4:8-9, Colosenses 3:22-24
LA IGLESIA
Creemos y confesamos que la
Iglesia es el conjunto de creyentes en Jesucristo de todos los tiempos y
lugares, elegidos para salvación en el Hijo de Dios, unidos por la fe en el
evangelio de la Gracia de Dios y mantenidos en la verdad y la santidad por el
poder y obra del Espíritu Santo. Que se agrupa en comunidades locales de fe
para ejercer su ministerio y celebrar la supremacía de Jesucristo, no centralizada
en un edificio sino ejerciendo la comunión en Cristo, no haciendo acepción de
personas sino anunciando la gracia de Dios; como una compañía de peregrinos
camino a casa, una familia de hermanos en Cristo; la comunidad de aquellos que
en santidad luchan contra el pecado, aman al perdido, interceden por el caído y
viven para la gloria de Dios.
Gálatas 3:26-29, Efesios 4:3-6, 1
Pedro 2:9-10, Apocalipsis 5:9-10, Apocalipsis 7:9-17
EL MINISTERIO PASTORAL
Creemos y confesamos que el ministerio
pastoral debe ser ejercido con todo sometimiento a la palabra y amor al
cuerpo de Cristo por aquellos a quienes Dios ha llamado a servir en el
liderazgo de la Iglesia, no como teniendo señorío sino apacentando a la grey de
Dios con la mayor diligencia en el estudio de las escrituras, con el mejor
cuidado de la doctrina, con la mayor ternura para con los creyentes en Cristo,
con la correcta severidad para con los enemigos del evangelio, con la sana
conciencia del mundo y la cultura y con la mejor disposición al servicio de
Cristo y su Iglesia.
2 Corintios 11:28-29, 1 Timoteo
3:1-7, Hebreos 13:7,17 - 1 Timoteo 5:17,
1 Pedro 5:2-4
LA PREDICACIÓN
Creemos y confesamos que la
predicación bíblica es el medio provisto por Dios, por el cual la Iglesia
es informada de la verdad, nutrida espiritualmente, corregida amorosamente y
exhortada a la vida piadosa, al mismo tiempo que el incrédulo es llamado al
arrepentimiento y la fe en Jesucristo. No ha de fundarse en concepciones
moralistas, ni provenir de actitudes legalistas, sino que debe ser proclamación
de la verdad y de la gracia de Dios para con el pecador arrepentido. Y no se
debiera escatimar en el esfuerzo de que la predicación sea expositiva,
inteligible y pertinente para la edificación de la iglesia y la evangelización
del mundo.
Gálatas 1:6-8, 1 Timoteo 4:6, 16 - 2
Timoteo 4:1-5, 2 Pedro 2:1-3, 1 Corintios 2:1-5
EL CULTO PÚBLICO
Creemos y confesamos que el culto
público, es la celebración comunitaria de la vida y obra de Cristo, un
medio de gracia para el creyente y anuncio del evangelio para el
incrédulo. Ésta celebración no es para
satisfacción de las personas, sino para honrar a Dios de la forma en que él ha
establecido que su pueblo le adore. Rechazamos pues, toda concepción del culto
como consumismo y entretenimiento. Y anhelamos servir y honrar a Jesucristo con
la adoración que él merece, en espíritu y en verdad.
Efesios 5:18-20, 1 Corintios 14:15, Colosenses 3:16, 1 Corintios 14:24-26, Hebreos 10:23-25
LA EVANGELIZACIÓN
Creemos y confesamos que la
evangelización es la proclamación del evangelio de Jesucristo al mundo y la
cultura en obediencia al mandato de “ir y hacer discípulos” en el anhelo,
esperanza y confianza de que la fe viene
por el oír y el oír por la palabra de Dios. Rechazamos pues, la
manipulación emocional y la confianza en los métodos humanos, pues la
regeneración ocurre por obra del Espíritu Santo. Pero reconocemos la
importancia de las relaciones, el testimonio, la oración y la comunión de la
Iglesia en la tarea de proclamar la buena noticia del Evangelio. Considerando
el evangelismo no como una actividad o evento sino como el estilo de vida de
los creyentes en Cristo, como aquellos que han sido llamados para anunciar las
virtudes de aquél que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Mateo 28:18-20, Romanos 10:14-17, Santiago 2:14-18, Hechos 2:38-39, Romanos 1:16-17
¡Condesciende, Señor y Recibe el loor que tus hijos te dan!
¡Condesciende, Señor y reside, con nosotros por siempre jamás!
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