¿Cómo ha
de conducirse el creyente en Jesucristo en este mundo? ¿Cómo vivirán los
redimidos en esta tierra? Una vez que hemos adoptado el sistema de doctrinas de
la gracia, que nuestras convicciones son transformadas por el evangelio de
Cristo ¿Ahora cómo viviremos?
Y es aquí
donde el calvinismo, principal línea de pensamiento de la reforma – nos plantea
una visión amplia y totalizadora de la injerencia de Dios en todos los asuntos
de la existencia y la creación – se equivoca quien piensa que el cristianismo
es un conjunto de rituales dominicales.
Una y otra vez, en su “institución de la religión cristiana”, Juan Calvino quiere dejar en claro que todo “se trata de la soberanía de Dios” no es que Dios esté tratando de salvar sólo almas; él está en el plan de redimir todas las cosas en Cristo.
Una y otra vez, en su “institución de la religión cristiana”, Juan Calvino quiere dejar en claro que todo “se trata de la soberanía de Dios” no es que Dios esté tratando de salvar sólo almas; él está en el plan de redimir todas las cosas en Cristo.
Y es con
esa convicción, de que la vida entera y en todas sus esferas ha de rendirse al
señorío de Jesucristo, con la cual hemos de vivir vidas piadosas – haciendo
justicia, amando misericordia y dependiendo de Dios como nuestro SEÑOR.
Todavía
resuena en mis oídos, y quizá en los de muchos, aquellas predicaciones apasionadas
en las cuales se nos decía “apártese del mundo, tenga cuidado – no se ocupe de
lo terrenal más que de lo espiritual”
Era una
forma común de hablar y muchos asentíamos ante tales llamados a la devoción
cristiana – pero como las ideas siempre tienen consecuencias, no tardaron en
manifestarse las implicaciones de éstas.
·
¿Significa
entonces que el cristiano no ha de ocuparse en nada terrenal?
·
¿Quiere
decir que el mundo es un obstáculo para la fe cristiana?
·
¿Habremos
de separarnos de toda esfera de la vida cotidiana para ser más piadosos?
·
¿Debemos
renunciar a lo “secular” para dedicarnos sólo a lo espiritual?
¿CÓMO
VIVE ENTONCES EL CRISTIANO EN EL MUNDO?
Sabemos
que un hijo de Dios no ha de AMOLDARSE al mundo – entendiendo “el mundo” como
el sistema de valores distorsionados tras la caída, como el esquema de vida
opuesto a la verdad de Dios, como la vana manera de vivir característica por su
vanidad, hedonismo e injusticia.
“No se amolden al MUNDO
actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán
comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”
(Rom 12:2 NVI)
Es a este
sistema contrario a la voluntad de DIOS, presente en la cultura, en las
instituciones humanas, en los modelos educativos, en las filosofías no bíblicas
en los estilos de vida – al cual debemos combatir con la verdad de DIOS.
Pero, un
hijo de Dios, aunque no ha de AMOLDARSE al mundo, no puede aislarse del MUNDO –
entendiendo ahora, “el mundo” como la esfera en la cual ocurren nuestras vidas,
la realidad en la cual “vivimos, y nos movemos, y
somos” –
de aquí NO podemos y NO debemos aislarnos.
Y
entonces necesitamos recordar lo que el apóstol Pablo dijo alguna vez a los
hermanos de Corinto:
“Por carta ya les he dicho que no se relacionen con personas inmorales. Por
supuesto, no me refería a la gente inmoral de este MUNDO, ni a los avaros,
estafadores o idólatras. En tal caso, tendrían ustedes que salirse de este
MUNDO. Pero en esta carta quiero aclararles que no deben relacionarse con nadie
que, llamándose hermano, sea inmoral o avaro, idólatra, calumniador, borracho o
estafador. Con tal persona ni siquiera deben juntarse para comer”
(1Co 5:9-11 NVI)
Entonces,
el cristiano – ha de evitar amoldarse al mundo, pero no puede salirse del
mundo.
En
octubre del 2015, el R. Sínodo de la Península formuló la declaración de fe
“Señor de los mundos”, que además ha sido adoptada desde el 2016 por el
Seminario Teológico Presbiteriano “San Pablo” como su declaración de fe - de la
cual cito lo concerniente a este tema:
“Creemos y confesamos
que el mundo es el escenario en el
cual Dios ha decidido desplegar las riquezas de su gracia para con los
elegidos. Consideramos al mundo como el sistema de vida con motivos y
pensamientos corrompidos, antagónico a la verdad del evangelio, y con todo, en
proceso de ser redimido y transformado por la verdad, el poder y la gracia de
Jesucristo quien es Señor de cielo y tierra y se ha propuesto hacer nuevas
todas las cosas. De manera que la iglesia no debe amoldarse al mundo, pero sí
alumbrar al mundo, no esconderse del mundo, pero sí distinguirse del mundo;
pues es en este mundo donde el Reino de Dios debe ser proclamado y extendido”
Estamos
hablando de vivir en este mundo de manera CONTRACULTURAL.
“Creemos y confesamos
que la cultura es lo que resulta de
la interacción de gente creada a la imagen de Dios con el mundo que Dios creó.
Que siempre que esta interacción involucre a hombres y mujeres no redimidos,
producirá engaño, destrucción y caos. Pero cuando los redimidos de Jesucristo
como embajadores del Reino de Dios ejercen la cultura, se producirán destellos
de verdad, justicia y belleza para alabanza de la Gloria de Dios y como
anticipo de la redención gloriosa que imperará en los cielos nuevos y tierra
nueva”
Entonces,
los creyentes en Jesucristo han de ejercer su compromiso con la religión
cristiana NO amoldándose al mundo – como sistema de vida, pero entendiendo que
no podemos salir del mundo – como esfera de vida.
Incluso,
estamos llamados a alumbrar al MUNDO; bajo el entendido de que el Reino de Dios
ha venido a nosotros en Cristo – y que los cristianos son “ciudadanos de los
cielos” - entonces, el reino de Dios debe ser notorio donde quiera que esté
presente la iglesia del Señor Jesucristo.
Creemos y confesamos
que el reino de Dios es el gobierno
soberano, redentivo y bendito de Dios inaugurado con la obra de Jesucristo, que
hasta ahora sigue extendiéndose por medio de la Iglesia y la proclamación del
evangelio en el poder del Espíritu Santo hasta el día en que el número de los
elegidos sea reunido ante el trono del Señor. Y hasta la venida de Cristo, el
Reino de Dios es evidente en el mundo por la verdad, la justicia, la pureza y
la bondad que practica, promueve y defiende la Iglesia, que está llamada a ser
luz y sal del mundo.
Se nos
plantea la pregunta: ¿Podemos vincular el desarrollo y el avance con el
compromiso religioso de manera legítima? ¿Pueden el progreso humano y el
compromiso religioso ir de la mano?
La
respuesta es SÍ, de hecho, es a partir de la reforma, de 500 años hasta nuestra
época que el progreso humano es evidente gracias a la cosmovisión reformada
llevada a la vida práctica de los creyente – el escritor Vishal Mangalwaldi, en
su obra titulada ”El libro que le dio forma a tu mundo” plantea cómo se ha
difundido el mito de que el renacimiento trajo como consecuencia a la reforma
protestante, pero que en realidad fue al revés; la cosmovisión bíblica,
impulsada por la reforma, trajo como consecuencia el progreso científico,
industrial e intelectual que se le imputa al renacimiento– es a partir de la
reforma, que se dan los grandes avances y el desarrollo de la literatura, la
ciencia, los idiomas, las instituciones.
NO es
casualidad que la primera universidad pública fue fundada en la Ginebra
reformada – que los mejores relojes y chocolates provinieron de una Suiza
reformada.
Cuando los
creyentes entienden que todo hijo de Dios es un sacerdote al servicio de
Cristo, cuando se barre con la distinción entre “laicos” y “élite clerical”, se
termina viendo a todas las vocaciones y a cada esfera de la vida bajo la
soberanía de Dios.
Y es por
eso mismo que la iglesia no sólo construyó templos sino también hospitales y
escuelas - porque se entendió que la
conversión a Cristo es total; no sólo del alma sino de la vida entera, en todas
sus facetas y circunstancias.
Es bajo
estos principios que la reforma enfatizó la doctrina del “sacerdocio universal
de los creyentes” – la concepción de que cada hijo de Dios, cada redimido de Cristo
es un sacerdote del Altísimo.
Esto
anula el pensamiento dualista que hace ver sólo a la cúpula clerical como los
consagrados al servicio de Dios, como los que pueden servir a Dios de tiempo
completo – el sacerdocio universal de los creyentes establece que todo hijo de
Dios ha de verse como un ministro de Jesucristo, haciendo todas las cosas para
la gloria de Dios.
Y es por
eso que no sólo la política es una esfera de legítima participación cristiana,
sino una de tantas – hemos de reclamar para la gloria de Dios las artes, el
comercio, las comunicaciones, la ciencia, la educación, el gobierno – porque
Jesús es el SEÑOR de todo.
Hemos de
abandonar aquel pensamiento de que el diablo gobierna al mundo – llevar a la
práctica lo que versa el conocido himno: “El mundo es de mi Dios – aunque
infernal parezca el mal, mi Padre Dios es REY”
Y por
eso, cada creyente debe ver el ministerio como algo más grande que lo que
ocurre el domingo en el templo.
Qué
diferencia haría el demoler aquel dualismo que separa lo sagrado de lo
"secular" y ejerciéramos nuestra vocación como embajadores del reino
de Dios...
Tendríamos
INGENIEROS que entregaran las obras a tiempo, sin usar materiales de baja
calidad y responsabilizándose de las anomalías de la obra.
Tendríamos
DOCTORES que trataran al paciente con dignidad y no como a un cliente.
Tendríamos
PLOMEROS Y MECÁNICOS que harían su trabajo con honestidad, cobrando por las
piezas que realmente cambiaron, acabando a tiempo su encargo.
Tendríamos
MAESTROS que realmente desafiaran a las mentes, que inculcaran la verdad por
encima de todo relativismo.
Tendríamos
CARNICEROS cuyos kilos de carne sí pesaran mil gramos y cuyo producto no
atentara contra la salud de los consumidores.
Tendríamos
ABOGADOS Y LICENCIADOS que no se vendieran al mejor postor, que no hicieran
tranzas para ganar un juicio, sino que defendieran la justicia por encima de
todo.
Tendríamos
DIPUTADOS Y GOBERNANTES que emitieran leyes apropiadas, sin tráfico de
influencias ni enriquecimiento ilícito.
Tendríamos
POLICÍAS y SOLDADOS que en vez de inspirar miedo y desconfianza inspiraran
seguridad - que no se vendieran al narcotráfico y el secuestro, sino que
protegieran a los ciudadanos en contra del crimen y la inseguridad.
Y sea
cual sea el oficio, habría justicia, honestidad, misericordia, amabilidad,
responsabilidad, solidaridad y cortesía en ese taller, oficina, negocio o
dependencia - y el reino de Dios sería notorio por las obras de los santos.
¿Hasta
qué punto debe llevar el creyente su compromiso religioso?
Hasta el
punto de someter toda su vida a Cristo – no sólo los domingos, sino cada
aspecto de su existencia sometido al dominio de Cristo.
Hasta el
punto de no hacer distinciones entre lo sagrado y lo espiritual – hasta el
punto de demoler todo dualismo y verse como sacerdote de Jesucristo, llamado a
ser sal y luz para la alabanza de Dios.
Nuestro
compromiso religioso es antitético al mundo como sistema de valores,
Pero
ejercemos nuestro compromiso religioso EN el mundo, como esfera de existencia
Y debiéramos
alumbrar al MUNDO con la verdad, la justicia y la belleza del REINO DE DIOS.
Que se
sepa, que se entienda bien; que nuestro Dios no está confinado a un nicho, no
se conforma con un pedacito de nuestro corazón – que no es señor del día
domingo nadamás.
Que se sepa y que se
entienda que adoramos al Soberano Señor de los mundos y que Él para siempre ha
de reinar.