Por Samuel Hernández Clemente / Clase de Consejería matrimonial
Naturaleza y dinámica del matrimonio.
El hedonismo cristiano matrimonial[1]
Dios instituyó el matrimonio ente los seres humanos como otro indicador que apunta hacia su propia existencia eterna y espiritual.[2]
Mucha de la insatisfacción que experimentamos en el matrimonio surge de las expectativas equivocadas que tenemos de éste. El propósito del matrimonio es moldearnos para crecer en nuestro servicio, obedecer el desarrollo del carácter y buscar y amar a Dios.
La razón por la que hay tanto sufrimiento en el matrimonio, no es que cada marido o esposa busque su propio placer, sino que no lo busquen en el placer de su cónyuge.
Cristo busca su propio gozo pero lo busca en el gozo de su esposa (la Iglesia); y esto es llamado amor: la búsqueda del gozo personal en el gozo del amado. La idea de amor desinteresado parece no cuadrar con la clase de amor que el Señor tiene por su Iglesia; y con el modelo divino del matrimonio. Efesios 5:25-30 / Hebreos 12:2
El amor es la búsqueda del gozo propio en el gozo del amado.
No hay manera de excluir el interés personal del amor; porque interés personal no es lo mismo que egoísmo. El egoísmo busca su propia felicidad personal a expensas de los demás; mientras que el amor busca su felicidad en la felicidad del amado; incluso está dispuesto a morir y sufrir con el fin de que su gozo sea cumplido en la vida y pureza del amado.
Este concepto de amor no es contradictorio a las palabras con Jesús enseñó que era necesario aborrecer nuestra vida. (Juan 12:25) la clave es que Jesús dijo que teníamos que aborrecer nuestra vida en éste mundo limitando así la clase de aborrecimiento bueno y necesario para salvación. Aborrecer la vida en éste mundo es lo que Jesús hizo al morir por su Iglesia y fue la muestra mas profunda del amorque tiene por sí mismo y por la Iglesia.
Nadie en éste mundo aborrece su carne en el sentido de que escoja lo que seguramente le provocará el mayor sufrimiento; al contrario, todo el mundo busca su felicidad. Nadie dará el más mínimo paso que no valla encaminado al objetivo de ser feliz. Ser feliz es lo que motiva toda acción de todo hombre (Blaise Pascal)
Si un marido es obediente, debe amar a su esposa de la misma manera en que Cristo amó a su Iglesia. Tiene que buscar su gozo personal en el gozo de su esposa. Es de aclarar que Jesús no nos ordena amarnos a nosotros mismos porque da por sentado que ya lo hacemos.
Así que la misma energía, tiempo y creatividad que los maridos dedican de forma natural a ser felices, deben dedicarlas a hacer que sus esposas sean felices. Porque quien ama a su esposa se ama a sí mismo.
Dios creó al hombre para compartir. No nos creó el Señor para ser acumuladores sino conductores de su amor. Ningún hombre está completo a menos que sea conductor de la gracia entre Dios y otra persona; y esto no solo es posible o exclusivo dentro del matrimonio. Solo una persona puede ser coheredera de la gracia divina. (1ª Pedro 3:7)
Solo una persona puede recibir, apreciar y disfrutar la gracia de Dios. Lo que un hombre necesita es otra persona para compartir el amor de Dios.
Al crear Dios una persona igual que Adán pero diferente de él, Dios proporcionó la posibilidad de una profunda unidad que habría sido imposible de otra manera. La unión de diversas partes complementarias hace que se disfrute una clase diferente de unidad de la que se produce al unir dos cosas semejantes. Dios creó la heterosexualidad, no la homosexualidad.
Dinámica de las relaciones matrimoniales.
El matrimonio es un hombre que se une sólo a su esposa y a nadie más; y que descubre la experiencia de ser una sola carne con su esposa.
Dios no creó la unión entre Cristo y la Iglesia según el patrón humano del matrimonio; al contrario, creó el matrimonio humano según el patrón divino de la unión entre Cristo y la Iglesia.
Así como Dios creó al hombre a su imagen, creó también el matrimonio a imagen de su propio matrimonio eterno con su pueblo. (Geoffrey Bromiley).
Puesto que la relación eterna entre Dios y su pueblo se da en términos de PACTO, el matrimonio encuentra su naturaleza y dinámica en términos de pacto.
Dentro de esta relación de pacto, Dios mantiene tres principios importantes: Compromiso, Amor y Ley. [3]
Estos principios y esta dinámica son aplicables a nuestras relaciones y en especial, al matrimonio:
En la Biblia, el COMPROMISO es de carácter unilateral, no es 50/50, sino que una parte toma la iniciativa; en el ejemplo Divino, es Dios quien se acerca a su pueblo y se compromete con él. Esto lo hace declarando su PROMESA y manteniendo su FIDELIDAD a ella.
El AMOR, por otro lado, es de carácter sacrificial; no es amor centrado en el ego, sino amor centrado en el servicio, y en el servicio sufriente, tal como Jesús lo demostró por su Iglesia; a través del AFECTO y la GRACIA
Y la LEY es santificadora; con el propósito de señalar el camino correcto y la forma correcta de obediencia y sumisión; es Dios quien da la ley y dios mismo, en Jesucristo quien cumple la ley (juega de acuerdo a sus propias reglas). Esta ley señala la norma de RECTITUD que invita a la constante comparación con ella; la cual conduce al ARREPENTIMIENTO por la falta de conformidad con esa norma.
El guardar estos principios trae bendiciones; las cuales no son el fin en sí, sino precisamente bendiciones de Dios; Desarrollo de la confianza, Ejercicio del Servicio, Profunda Intimidad, Amor y Perdón piadosos, Seguridad y libertad plenas y Respeto sumiso.
El pacto es provisto por el Señor para santificar a su pueblo; la meta suprema no es la felicidad egoísta sino la regeneración, la santificación y la glorificación del Señor en su pueblo.
Si se persigue la meta correcta en el matrimonio, el Señor provee los recursos correctos y necesarios para desempeñar los papeles que él ha asignado al marido y a la esposa.
Los papeles del marido y la esposa en el matrimonio no son asignados al azar, sino que tienen su raíz en los distintos papeles de Cristo y su Iglesia.
No basta con decir que cada esposo debe buscar su propio gozo en el gozo del otro. También es importante decir que maridos y esposas deben esforzarse por imitar el modelo de relación que Dios desea para Cristo y la Iglesia.
La esposa imita el modelo especial de la Iglesia (Efesios 5:22-24).
Esta llamada a someterse a su marido.
Pero el marido no reemplaza a Cristo como la autoridad suprema para la esposa.
La esposa nunca debe seguir el liderazgo de su marido si éste la lleva a pecar; pero aún así, una esposa cristiana puede mantenerse firme en Cristo frente a la voluntad pecaminosa de su marido y a la vez mantener un espíritu de sumisión.
La actitud y comportamiento cristianos de la esposa pueden mostrarle a su esposo incrédulo que no le gusta resistirse a su voluntad y que anhela que él abandone el pecado en obediencia a dios, la autoridad suprema.
El marido imita el modelo especial de Jesucristo (Efesios 5:25)
El marido debe dirigir con amor sacrificial. Es liderazgo en servicio (Lucas 22:26)
Un marido cristiano se convierte en un siervo, no en un capataz.
[1] Ideas extraídas del capítulo 8; Matrimonio, un modelo del hedonismo cristiano de John Piper en su libro Sed de Dios. Publicaciones Andamio 2001.
[2] Gary Thomas, “El matrimonio Sagrado”, Cap. 2 / Resumen entregado como tarea para la clase de consejería matrimonial.
[3] Los tres principios del Pacto: compromiso, amor y ley son extraídos de Paul Randolph en Teología Bíblica de las Relaciones proporcionado en clase.
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